TEORIA
Y PRÁCTICA DE LA MICROPOLITICA EN LAS ORGANIZACIONES ESCOLARES
TERESA
BARDISA RUIZ
LIC.
PALOMA EDITH VENTURA VALENZUELA
Para referimos a la micropolitica en las organizaciones
escolares es necesario identificar a las escuelas como espacios difíciles de estudiar
por sus diversos factores: la estructura, totalidad e integridad de ellas;
Además, las escuelas, como organizaciones, no pueden ser consideradas
independientes del entorno. Y no es posible analizarlas sencillamente en
términos de su adaptación a ese entorno.
En
el contexto de la sociología weberiana, Bacharach y Mundell definen la
micropolítica como la confluencia de diferentes lógicas de acción dentro de la
organización; la forma en que los grupos de interés del entorno tratan
de imponer sus lógicas de acción en la organización.
El modelo político en las
instituciones educativas recibe cada día mayor reconocimiento por parte de
teóricos y prácticos. Para reconocer y comprender la dimensión política de las
instituciones escolares es necesario relacionar dos enfoques que generalmente
se presentan disociados:
El enfoque interno: persigue estudiar y
analizar las escuelas como sistemas de actividad política —en cuyo caso
estaríamos hablando de micropolíticaeducativa—,
El enfoque estructural: presenta a la
escuela como un aparato del Estado, responsable sobre todo de la producción y
reproducción ideológica. Esta visión macropolítica de la escuela es necesaria, a su vez,
para comprender su relación con el sistema económico, la justificación del
currículo «oficial», el juego de intereses políticos e ideológicos que existen
en la sociedad y en el sistema político en torno a la educación y a sus
instituciones.
Es necesaria la superposición de
ambos enfoques para lograr un conocimiento más aproximado de la realidad.
La imagen política de la escuela se centra en los
intereses en conflicto entre los miembros de la organización. Estos, para
lograr «sus» intereses, emplean diferentes estrategias, como, por ejemplo, la
creación de alianzas y coaliciones, el regateo y el compromiso para la acción.
La identificación de las estrategias y la selección de las más adecuadas para
cada situación conflictiva requieren diversas habilidades en los actores.
Considerar
a la escuela como un sistema político nos permite entenderla como una
institución menos racional y burocrática de lo que tradicionalmente se ha
creído que era.
La política organizativa surge cuando la gente piensa y actúa de
modo diferente (Morgan, 1986:148). Por eso, reconocer a sus miembros como
agentes políticos supone aceptar la complejidad y la incertidumbre en la vida
escolar, y el empleo por parte de sus actores de diversas estrategias de lucha
para poder alcanzar sus fines particulares o grupales. En la escuela se
desarrollan, por una parte, dinámicas micropolíticas (repartos de poder,
conflictos, negociaciones, coaliciones), y, por otra, dinámicas políticas, porque
«la escuela desempeña, a través de sus prácticas y relaciones, un papel
ideológico dentro del contexto sociocultural en el que está inmersa» (González,
1990:39).
La micropolítica de las escuelas
ha recibido poca atención de teóricos e investigadores. Es un tema tabú en los
debates serios, mientras que lo es de cotilleo en los encuentros informales, en
los que se habla de «juego político», de «agendas ocultas», de «mafias
organizativas» y de «maquiavelismo». Son temas que se abordan en la sala de
profesores, en la cafetería y en los pasillos de la escuela, y, raramente, en
un contexto más académico que propicie un análisis riguroso. Ello hace que se
sepa poco de ese lado de la organización, que permanece oscuro.
Por otra parte, tal como ocurre en otros ámbitos de las teorías
organizativas, la micropolítica no tiene bien establecido su campo de estudio.
No existe una clara distinción entre el análisis de las organizaciones, la
gestión y la micropolítica, y es objeto de estudio de una variedad de
disciplinas: educación, psicología, antropología, sociología, economía,
política... Quizás esta misma dispersión, esta variedad de enfoques desde los
que se mira la vida cotidiana de las escuelas, ha impedido que emerja un
enfoque interdisciplinar.
La perspectiva
micropolítica plantea que el orden en las escuelas está siendo siempre
negociado políticamente, y que por debajo de esa negociación hay una lógica interna
(Bacharach y Mundell, 1993:427; Larson, 1997:315). El análisis micropolítico
pone el acento en la dimensión política de la escuela, caracterizada en su
interior por la presencia de intereses diferentes, por el intercambio, la
influencia y el poder. Cada parte en la lucha intenta establecer la unanimidad
alrededor de un sistema concreto de significado o lógica de acción. Para
conocer la política educativa es primordial reconocer que las instituciones escolares son campos de lucha, que los
conflictos que se producen son vistos como algo natural y no patológico, y que
sirven para promover el cambio institucional, lo cual no significa que las
escuelas presenten una situación de conflicto permanente.
EL PODER EN LA
ESCUELA:
La autora nos
menciona como en la escuela se identifican varios tipos de poder, el principal
y legítimamente reconocido, el ejercido por el director, que podría considerarse
el de mayor jerarquía y del cual se derivan los otros.
Sin embargo también
nos menciona como surgen como contrapeso los grupos, generando que los centros
educativos se conviertan en escenarios de lucha donde se muestran las
relaciones de poder entre los diferentes actores.
Asi pues, se identifica a los directores
como mediadores entre administradores y sociedad.
Están en medio de la jerarquía organizativa y en medio del entorno político.
Por eso, indica Goldring (1993:95), el concepto de gestor intermedio resulta
particularmente útil para investigar las relaciones tripartitas entre
directores, administradores de nivel superior y padres. Igualmente válido sería
para el análisis micropolítico, desde nuestro punto de vista, añadir otros
actores de la comunidad escolar, ya sean profesores, alumnos u otros grupos
sociales. En cualquier caso, estas relaciones pueden ser complejas por las
diferentes conductas esperadas por cada grupo, y aún dentro de ellas, y por las
expectativas que tales conductas crean.
El director, como símbolo colaborativo, es uno de los elementos
clave para formar y reformar; el peligro estriba en la manipulación y en la
pasividad de los profesores aceptando la propia visión del director.
La autora enuncia la difícil tarea
de adaptarse y acoplarse dentro del entorno escolar por parte de todos los
actores, pues es un espacio vasto donde los intereses particulares se imponen a
los generales.
Así también, aborda el tema del
individualismo por parte de cada uno de los profesores, que en ocasiones de
manera egoísta busca resaltar pero sin dar oportunidad a otros de trascender de
igual manera, sino que busca el beneficio personal.
Lo mismo ocurre entre los
alumnos, que a su vez, al verse inmiscuidos en un ambiente egoísta e
individualista, buscan también los propios beneficios y en ocasiones olvidan la
importancia de ser parte del todo que contribuirá a la mejora de la institución.
En conclusión, podría yo decir
que la política, podemos encontrarla en todos lados. Por lo tanto, quien se auto
declare “apolítico” erróneamente estará tratando de excluirse de la sociedad
pues es un aspecto indisoluble sociedad y la vida política y sus ires y
venires.